https://www.youtube.com/watch?v=O4VGWxQNFho
Volver de vacaciones siempre me resulta un poco traumático. Sé que a estas alturas ya debería estar acostumbrada, pero solo el cambio de temperatura ya me deja en shock una semana. Mínimas de 12 y máximas de 20 es la fórmula mágica para que hacia la mitad del dia si no hace viento te achicharres con medias y sin embargo camino a la oficina y a la vuelta, incluso con medias haga frío.
Tampoco ayuda que el de Túnez fueran un viaje de esos que parece que estás hasta de vacaciones de tí mismo: sin roaming, sin email, sin autobuses... Hasta sin espejos, porque no me llevé ni secador del pelo, ni una gota de maquillaje, ni las pinzas de depilar... Solo mis sandalias de treking y ropa cuya fealdad era directamente proporcional a su comodidad.
A la vuelta: dieta detox, tener que llevar corriendo a castrar a Chilly porque nos había meado toda la casa y un montón de curro.
Para quienes preguntastéis en entradas anteriores: mi trabajo consiste en investigar patrones fraudulentos, problemas de performance y violaciones de políticas en cuentas de vendedores en Amazon. Sé que así dicho suena como la cosa más aburrida del mundo y tampoco diré que es una fiesta, pero solo porque puedo hacerlo escuchando música (últimamente Moby y mucha bossa nova) y porque no es una labor nada repetitiva, merece la pena.
Pero no tanto como para que volver a sentarme en mi silla después de una semana tumbada en la playa no me de ganas de llorar, claro.
Viendo la luz al final del túnel de la pataleta post vacacional, ya estoy de vuelta también por el blog. Os pido disculpas por esta ausencia y os dejo con algunas fotos de Túnez que quienes me sigáis por Instagram ya habréis visto (quienes no, podéis seguirme :) @korabiar).
Ps, soy consciente de que hay un montón de fotos de dromedarios... Y las que se han quedado sin subir, pero es que tengo debilidad por ellos, me hubiese traído un par de ellos para casa.
Besitos negros!