Tengo un amigo muy creyente que siempre dice que él ha
aprendido a no pedirle a Dios lo que desea, si no lo que sea mejor para él.
Durante mucho tiempo, le he oído decirlo sin hacerle demasiado
caso, principalmente porque cuando oigo “Dios” reconozco que tiendo a
desconectar un poco, pero el año pasado por estas fechas la vida/el destino/la
suerte/dios o llámalo X me quitó lo que más quería y a cambio me dio lo que más
me convenía. Y no me sentó nada bien.
El ser humano es, por naturaleza, resistente al cambio y yo me
he resistido todo lo humanamente posible, pero hoy alguien me dijo “you look
like a million dollars, what did you do?” y me quedé un poco sin saber que
decir, indecisa entre parecer una frívola diciendo que es mi nueva base de
maquillaje de Estee Lauder, o quedar como una hippy comeflores admitiendo que
tengo mejor aspecto porque he terminado de aceptar que estoy donde, con quien y
como debo estar.
Y tras mirarme detenidadmente por dentro y por fuera, he de
decir que no creo que nunca deje de sorprenderme de las maravillas que obra la
auto-aceptación.
Ni tampoco, por supuesto, de las maravillas que obra el
Double Wear aplicado con una brocha de buena calidad :)
Besitos negros!
Kora
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