College times and Navajo morning

Kora dice:

Cuando estaba en la escuela me encantaba trabajar con gente. Pintar murales entre varios, hacer cada uno una interpretación distinta de un objeto y presentarlas todas juntas, pasar las horas en el estudio haciendo sesiones de fotos, uno detrás de la cámara, otro midiendo la luz, otro con los reflectores… Y como no, esas largas tardes en el cuarto de revelado entre químicos y cubetas, cada uno con sus fotos, pero todos formando parte de algo que se sentía grande e importante en aquella época.

No conservo en contacto con ninguna de las personas con las que estudié y es curioso, porque durante algunos años estuvimos realmente unidos. Quizá tenga que ver con que a mí nunca me ha interesado “ir de artista” y los “artistas” con los años han llegado a aburrirme una barbaridad.

Recuerdo, eso sí con especial cariño a mi profesor de fotografía, no sé por qué pero tengo una imagen mental de él súper clara gritándonos que “la fama cuesta y aquí es dónde vais a empezar a pagar” a pesar de que sé que nunca nos citó diálogos de Fama. Pero sí que nos echaba unas brocas monumentales que a medias te motivaban y a medias te daban ganas de suicidarte para librar al mundo de la lacra de tu mediocridad. Pero aprendíamos. Nos echaba a la calle con las cámaras y nos decía “tenéis una hora para tirar 36 fotos, y cuando volváis no quiero a nadie con la ropa limpia, quiero que os hayáis arrastrado por el suelo, subido a los árboles, metido debajo de un camión, asomado a la basura. Quiero que corráis peligro físico y que os duela la cabeza de intentar darle a lo que tenéis delante otra vuelta de tuerca. Pero sobre todo: pobre del que vuelva con la ropa limpia.”

La verdad es que estudiar con él fue un poco como ir a la mili, yo perdí la cuenta de la cantidad de veces que me rompió fotos en la cara y me dijo que no valían ni el papel con que las había positivado. Pero cuando conseguía hacer algo que merecía un “esto no está mal” por su parte, para mí se abría el cielo.

Probablemente en vez de escribir una entrada sobre esto, ahora mismo debería estar tumbada en el diván de algún psicólogo intentando averiguar por qué el 99% de los hombres que han significado algo en mi vida tenían una personalidad arrolladora y un carácter horroroso. Eso ha hecho que mi existencia haya sido de lo más entretenida durante algunos años y que ahora por contraste resulte tan tranquila que casi aburre.

De esa tranquilidad, supongo, me han vuelto a surgir las ganas de colaborar con otras personas (que no con artistas, ojo). Le estoy cogiendo el gusto a ponerme delante de la cámara, algo que nunca pensé que me fuera a ocurrir y a salir a hacer fotos en grupo, hasta hace poco me daba más o menos la misma pereza que ir de compras con mi padre.

Estas fotos son de una de esas salidas, en principio no íbamos a hacer fotos para un post de outfit, solo al Caixaforum y al Retiro, pero al final mi chaqueta de motivos navajos tuvo su minutito de gloria.

Espero que estéis pasando un buen fin de semana y no haberos aburrido demasiado con las divagaciones. Quien lo haga no lo sabrá porque no leerá esto, pero contáis con mi beneplácito para mirar solo las fotos en mis entradas y saltaros el texto, al fin y al cabo vivimos en una sociedad totalmente visual.

Un abrazo.

Cardigan: Anna Kastle, Pantalones: H&M.

Bailarinas y camiseta: Zara

Anillo: Mango

Reloj; Dona Karan

Pintauñas: H&M