Víctor dice:
Es la nueva versión de la película "Yo a Boston y tu a California". Todo empezó la semana pasada, una llamada me dijo que para la primera semana de mi nuevo trabajo tendría que ir a conocer a mis nuevos compañeros de la empresa... iluso de mi cuando pensé que serían españoles y viviendo cerca de mi oficina de Las Rozas...
Mi jefe me dijo que el Jueves por la mañana (a las 7 A.M.) tendría que salir para Charles de Gaulle y que de allí cogería un tren para Lille (al norte de Francia). La verdad, me quedé entre preocupado e ilusionado... Como cuando te traen un postre sorpresa que es verde, tiene buena pinta, pero no sabes si es kiwi, lechuga o guisantes y te da miedo probarlo por si esa buena pinta resulta ser venenosa o con mal sabor...
Total, que decidí coger el toro por los cuernos, sabiendo que me pasarían mil aventuras (porque siempre que voy a algún lado me pasan mil cosas).
La primera en la frente fue con EasyJet. Nunca había volado con ellos y resultó realmente decepcionante. Si tengo el Check In Online me espero que no jueguen con mi equipaje ni con mi poca paciencia. Pues bien, jugaron con los dos y unieron un poquito de simpatía para hacer malabares con fuego. Todo el mundo iba dejando las maletas nada más entrar en el avión. Y yo pensé... tendrán un cuarto secreto ultra moderno y precioso para mi super maleta (con lo cual, decidí hacer lo que hace todo el mundo). Antes pregunté a la azafata: ¿se deja aquí?, y ella respondió con una sonrisa de cocodrilo africano: si claro, déjela ahí.
Me senté y cuando ya habíamos despegado me empecé a preguntar... los aviones no tienen cuartos super secretos y ultra modernos para mi maleta... con la preocupación le pregunté a otra azafata: ¿oye, y para recoger mi maleta que he dejado en la entrada?, y con otra sonrisa de cocodrilo francés (está mujer era rubia oxigenada con ojos azules) me respondió: En la línea de recogida de equipajes.
Total, que de los 40 minutos que tenía para coger el tren, me robaron casi 25 esperando en Charles De Gaulle. Adivinad ¿qué hice cuando cogí mi maletita?. Correr por un sitio desconocido, con cara de preocupación, empapado en sudor, al otro lado del aeropuerto (que es de donde salía mi tren). Mi cara era igual que la de un padre que se había dejado abandonado a su hijo de 5 años llorando en el andén de la estación. Si perdía ese tren ya no iría junto con mi nuevo compañero italiano a la oficina. Pero gracias a correr como Forest Gump logré llegar ¡¡¡hasta con 5 minutazos de sobra!!!. Eso si, sin aliento y pensando en las familias de los cocodrilos de EasyJet.
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