martes, 26 de julio de 2011

Todo tiene un comienzo

Todo empezó hace ya unos pocos años. Éramos jóvenes, sin dinero y despreocupados (ahora seguimos siendo jóvenes, sin dinero y despreocupados pero con algo más de experiencia y alguna cana tonta). Teníamos ganas de comernos el mundo, o al menos, comernos a algún asegurado impertinente que nos estuviera poniendo la cabeza como un bombo.
Yo llegué pronto a la entrevista para ocupar un puesto de teleoperador en una compañía de seguros, y me hicieron esperar en un recibidor donde estaba ella. Una morena de ojos negros, perfectamente peinada, y con un look entre felino y oriental que me hacía fijarme como lo hacen las moscas al aparato aniquilador de color azul que adorna muchas terrazas de verano...
Tuve que empezar la conversación...
- Hola soy Víctor...
Normalmente, si sois asiduos a la lectura, os habríais esperado que después de este guión viniera otro (con la respuesta al "Hola, soy Víctor", tipo - Hola, soy Kora, encantada). Pero en este caso nunca llegó la contestación.
Levantó su mirada del libro, echó un vistazo de arriba a abajo, me hizo su test "anticapullos" y debí sacar un notable alto. La segunda mirada de aquella morena de ojos negros fue directa al libro que tenía en sus manos. Debió de ser más interesante la lectura que hasta entonces estaba haciendo que la posible conversación que el capullo de notable alto podría ofrecer.
Lo más increíble fue que pensé... ¡vaya!, ¡que tía tan borde!. Debe de ser de las típicas que van perdonando vidas por las discotecas...
En mi opinión, las primeras impresiones siempre son importantes, y para éstas yo tengo un radar que normalmente nunca falla, aunque a veces necesita alguna actualización. Con Kora me sucedió esto mismo. Al principio pensé que era la tía más engreída que me había encontrado en mi vida. Altiva y con un ego que no le cabía en el pecho... pero me equivoqué, es una tía engreída, altiva y perdonavidas pero maja (bueno, realmente no es ni engreída, ni altiva, ni perdonavidas, es simplemente Kora, y tiene un Korazón que no le cabe en el pecho).
Creo que las situaciones críticas (como lo es una entrevista de trabajo, un funeral, o que se haya acabado la Coca Cola Light y estemos en pijama en casa y a doce kilómetros del Chino más cercano) son afrontadas por Kora de una forma bastante personal. El escudo que todos nos ponemos puede tener muchas formas, y en su caso es se materializa en frialdad y serenidad.
Yo estaba literalmente "cagao" por la entrevista y es cierto que todavía no me acostumbro a ellas (aunque día a día las voy haciendo mejor). Cuando estoy en esos momentos críticos, me da por hablar y hacerme el simpático (estoy todo el día con la típica sonrisa tonta y nerviosa en la boca, y ya me pueden contar el peor chiste del mundo que me partiré el culo). En el caso de Kora, es totalmente lo contrario. Ella coge su libro, y ya puede pasar por su lado Hugh Jackman que le hará esconder sus garras de Lobezno para convertirlo en un tierno gatito mojado y acojonado.
Ese es parte de nuestro encanto... somos rarunos, animales desorientados y alejados de la mandada... estamos representados por el típico cervatillo que se pone a beber agua pasando de toda su manada. Incluso cuando una leona viene a mordernos el culo, nosotros la miraríamos pensando, ¡vaya!, ¡esta leona tiene sed y viene a beber conmigo!. Y es más, si ya nos estuviera mordiendo el culo..., nosotros seguiremos bebiendo agua ajenos a nuestro instinto de supervivencia ya que, con nosotros, no va.

1 comentario:

  1. Cuando yo conocí a mi marido, yo pensé...vaya tio pijo con coche de abuelo, pelo a lo Jackson Five que me lleva y mierda de jersey lleno de bolas y encima era serio y soso para mi gusto.

    Y él pensó de mí, vaya tia borde y estúpida...(yo estaba bastante deprimida y lo que me quedaba! por un problema gordo personal), y no podía ser yo misma.

    Ahora somos marido y mujer.

    Yo le quité el pelo a los Jackson Five y el jersey de bolas se lo tiré a la basura, vamos...clarito lo tenía, al coche me acostumbré y yo para él dejé de ser la tia borde de la primera impresión y le abrí mi corazón y comprendió el por qué de mi amargura, la cual fue desapareciendo poco a poco gracias a su compañía :)

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